Dado que estamos en trabajo de campo itinerante, y las cosas han cambiado, y las ideas se han refrescado y transformado, desde la próxima publicación, voy a cambiar el formato y extensión de las entradas al blog. Buscando un espacio más propositivo, con el objetivo de empezar a poner temas sobre la mesa y generar conversación.
Aquí les dejo la última tipo relato anecdótico.
El finde del 22 de julio se sintió re familiar. Vivimos un par de días en la casa playera de la familia de Javi en Jaco. Esta mae es mitad tica mitad chilena, y junto a su amiga Kari, par de soles 🌞 nos permitieron disfrutar un poco de su lindísima rutina surfista. Imagínense salir 6am, cafecito en la mano rumbo a la playa con tu amiga a surfear por 3 hrs, y después cuando el cuerpo ya no da más, a por un gallo pinto (comida típica / arroz con porotos) con los amigos. Tuanis..como dirían algunos.
Gracias a las chicas por acogernos, por su buenísima onda y por el buen ride que nos regalaron de principio a fin❤️
Aquí una foto borrosa (y dormida) de un momento muy cariñoso.
Llegamos en bus a San José, y en un rico clima mucho más frío que en todo el resto del país, llegamos a caer donde Marco y su familia nuevamente. Una vez más, fue como llegar a la Casita. Rebeca y Mario pasaron a ser como nuestros papás ticos, y pa que decir que Marco, el gran mae, nuestro hermano.
Nos mostraron que efectivamente salimos en la tele tica, así que si le intriga ver qué tan famosos somos aquí en Centroamérica solo pinche aquí y disfrute de nuestras caras de ángel en pantalla chica.
Bueno pasada la noche regalona, nos subimos al plan que se nos presentó cuando estábamos quedándonos en Río claro. Y es que, separadamente Juan y yo, dimos con una organización tica llamada Costa Rica Wildlife, quienes nos abrieron la puerta para poder participar de la próxima gira de su proyecto de conservación de manatíes llamado Seacow Conservation, justo al extremo opuesto de donde estuvimos todo este tiempo.
Ahora nos íbamos rumbo al norte caribe, casi bordeando con Nicaragua, para cubrir la última gira de Sofi, una chica de 28 años, de coincidencia también con familia chilena, bióloga de profesión y que después de 4 años haciendo un brillante proceso de vinculación con la comunidad de Barra del Colorado y la protección de su bioma, deja la organización para irse a estudiar un máster a Inglaterra.
Nos montamos en la buzeta desde San José, 9 personas de las cuales 8 éramos mujeres y un Juan. El equipo se conformaba de dos biólogas (Sofi y Cali), una veterinaria (Dani), una artista (Patri), una herpetóloga (Génesis), una tatuadora (María), un filmmaker (Juan) y una escritora (chequitaeso). Fueron 3 horas de viaje terrestre para llegar a Puerto Lindo y tomar el botebus.
Botebus con maría y dani
Se trató de 5 días de estar internados en Barra del Colorado, un pueblo dividido por el río Colorado, que funciona de manera independiente la rivera Norte y Sur, nos quedamos en el complejo turístico Kawe, donde teníamos esta cabañita linda amarilla.
Con bajísima señal de internet, estuvimos viviendo bien presentes, en el allá y el entonces.
Sumidos en una rutina de trabajo comunitario, pudimos compartir con las chicas, inspirándonos por su trabajo, como también tener el placer de ir a bichar con expertas en monstruillos nocturnos, pintar el mural del salón comunal (sí, segundo mural que pintamos en costa rica solo que este sí lo terminamos)
Entrevistar a diferentes representantes de la fundación y de la comunidad, presenciar las diferentes actividades y clases que se le dio a los niños del Club manatí:
Jugando al BioBingo
Como también turistear en el bote con capitán Manu al mando, quien nos llevó a ver delfines, manatí (emoción extrema porque de los 20ypocos que existen en la zona, vi como uno sacaba su carita de vacamarina para comerse unos pastos) y cocodrilos gigantescos, mientras tomábamos ron cola con los papás de Sofi que también andaban de visita.
En la figura, Juan cazando cocodrilos.
Fue una semana en la que constantemente sentimos -para los entendidos: prestalgia- una suerte de llamita en el alma, algo que ver con el llamado místico y el encontrón con que este momento no se volvería a repetir. Nos sentimos parte de un grupo de personas que vuelcan sus energías en colaborar con la labor de mejorar los vínculos entre comunidades y dentro de la misma organización, en pos de la conservación de ecosistemas en peligro.
Estimados lectores, declaro que se nos empieza a aparecer la comprobación de la hipótesis inicial y el impacto de la conversación en la conservación.
Fue un shot concentrado de aprendizaje, buenísima nota, disfrute, asombro e inspiración.
Me cuesta describir mucho más la situación, recién está decantando.
Ahora en San José, trazando lo que queda para este últimos mes de exploración.
las puestas de sol más lindas, en medio de un mar de mosquitos.