Al fin pillo un rato para sentarme a escribir aquí después de un montón de días! Ha estado muy movido, muy cargado de experiencias nuevas, amigos nuevos y viajes dentro del país.
Tengo 1 hora, que ya se oscurece y después nos vamos a bichar.
Cuando llegamos a Costa Rica, nos enteramos de la existencia de un lugar llamado Monteverde. No sólo porque muchos de los chicos y chicas de nuestro al rededor habían vivido o querían vivir ahí por su rollo sustentable y basado en la vida comunitaria, sino también gracias al trabajo de Marco y la hermosa camiseta que hizo del sapo dorado.
Esa loca historia que narra cómo una especie endémica de llamativo naranjo el macho y verde oliva con manchitas rojas la hembra, fue descrita por primera vez en 1966 y se extinguió de un momento a otro, siendo visto por última vez en 1989.
Con ese relato en mente, pasamos casi 2 meses pensando en visitar ese mágico lugar donde sabíamos la temperatura era más fría gracias al bosque nuboso que cubría el territorio. Finalmente, como todo en este viaje, se juntaron las piezas correctas y nos embarcamos junto a Marco a Monteverde.
Este lugar es como un Pucón, que a 3 horitas y poco más desde chepe, y luego de 2 meses, nos permitió abrigar con nuestras parkas con olor a encierro. Corría el viento de temporal, haciendo del bosque y sus nubes un poderoso instrumento musical similar al oleaje marino.
Pasamos 2 noches en una linda cabaña, conociendo los lugares favoritos de nuestro amigo, algunos personajes locales que se nos cruzaron en el camino y gallo pinto con café cómo no. Conversamos sobre el tiempo que nos queda como humanidad habitando este planeta, y cómo la crisis climática lo único que hace es acortar ese proceso natural de extinción de las especies...me quedo con la necesidad de festejar el momento presente, de conservar lo que tenemos e intentar extender los plazos de habitabilidad.
Demás está explicitar que compartimos un par de días llenos del misticismo que solo los grillos y las nubes te pueden regalar, en la mejor compañía de nuestro local fixer que ha hecho de este viaje una experiencia única y repleta de buenísimos momentos, mucha risa y amor. Para empezar a devolverle la mano de alguna manera magnífica, me gustaría que cheques y sigas su fascinante trabajo que busca educar sobre naturaleza y conservación, a través de la ilustración y el acercamiento de seres complejos a formatos cercanos y amigables. Mira qué interesante, clickea aquí
Marco seguía su viaje por el país, pero no me sorprende que haya decidido cerrar esta linda experiencia con algo medio que sorpresivo. Sin decirnos demasiado nos llevó a un lugar que, según él, sería perfecto para nosotros. Llegamos al Santuario Ecológico de Monteverde.Tímidamente entramos a la recepción, donde nos recibió Andrea quien con galletitas hechas por su mamá y un riquísimo café nos hizo sentirnos como en nuestra casa desde el minuto uno. Sin saber muy bien dónde estábamos, nos envolvía una cocina de cuentos, llena de ollas y sartenes colgando, con tazones de todos tipos y colores, una mesa larga como para 10 personas y un florero de megaflorasprehistóricas, y muchas, muchas, muchas gallinas por todos lados.
Conversamos un montón, con Juan contamos la historia de nuestros casi 3 meses de viaje, por primera vez de corrido, y fue increíble ver su reacción con cada apartado del relato que iba apareciendo. El reflejo de nuestra historia se ve emocionante en cara ajena, y eso me hace sentir orgullosa jiji.
Hablamos de la historia de este proyecto.
De primeras y lo más importante, es que es un proyecto de la familia Salazar, oriundos de la zona que ofrecen diferentes experiencias locales a los visitantes...como el acceso pagado a los 3 senderos de trekking por el bosque, cada uno con diferente duración, talleres de cocina local y rituales de café (que por el momento se llaman sólo "experiencias de café" pero déjenme decirles que esto es mucho más que una experiencia, es un ritual de conciencia)
Nos presentamos aquí como comunicadores (audiovisuales y de contenido escrito) lo que sin duda les llamó la atención ya que como todo proyecto ecológico inserto en una zona tan competitiva, requiere apoyo en la difusión y diferenciación de sus atributos. Fue así como llegamos al trato que tanto buscábamos en un principio. Trabajaríamos cada uno en lo que más nos gusta, a cambio de techo. Esta vez, a diferencia del Tinti, sentí que había algo calentito en el ambiente, y es que todo lo han construido en conjunto Mireya, Chris, Andrea, Andrés y Felix, quien ya no los acompaña en cuerpo pero como nos contaron, se siente como su buena energía y placer por la naturaleza dio la nota de amor que sostiene sólido al proyecto.
En este contexto, después de salir a caminar un rato por el bosque y pillarnos con un pájaro campana (era uno de mis must 2 see-bicho, tiene un canto metálico y unos bigotines locos), tuvimos la primera experiencia de café con Chris, el barista mago (es la persona que, en mi experiencia, más sabe sobre la química y la física del café)
Dio inicio a la sesión: 20 grados y 57% de humedad, frente a su mueble/altar cafetero, nos preparaba un poco del café que él mismo cosecha en su jardín y luego tuesta al sol, pasando por el sifón de doble infusión. Nos preguntó qué era para nosotros la felicidad...respondimos que rodearnos de las personas que nos permiten construir la mejor versión de nosotros, y estar presentes. Seteado el ambiente con esa respuesta, tomamos un poco del elixir y aprendimos cómo afecta el tiempo, el tueste, el oxígeno, el agua y la temperatura, a este brebaje que desde 1720 posiciona a Costa Rica como uno de los granos de mejor calidad a nivel mundial. Ni les digo la carita de felicidad de mi compañero Juan.
Pasada la primera noche, poco tuvo de sueño y un montón de tormenta, rayos y viento, empezó nuestro trabajo aquí.
Partimos con un desayuno típico (gallopinto -arroz con frijoles y salcita lizano- huevo revuelto y un gallo (tortilla de maíz con queso derretido ñamñam que delicia todo esto) y luego fuimos con Chris a conocer donde hacen el compost y el jardín de hierbas, de donde sacamos algunas, comimos flores riquísimas y partimos a hacer limonada y una infusión con productos recién sacados del árbol.
Después de almorzar, con Juan les presentamos el análisis que hice de sus canales de comunicación y las sugerencias que teníamos. Estaban muy agradecidos por los comentarios, me quedo con la frase de que "es imposible crecer sin pedir ayuda". Tienen ganas de refrescar la imagen del lugar, de comunicar mejor lo que hacen, y como anillo al dedo, nosotros tenemos ganas de contribuir a la causa más noble que es la conservación familiar, el núcleo por excelencia de la formación de vínculos sociales.
Después de tener la suerte de vivir un segundo rito de café, esta vez acompañada por Sol y Alexa, más amigas nuevas, puedo decir que probé mi café favorito del mundo, hecho por el mago Chris. Era dulce, como caramelo, o cacao, y café. Una bombita deliciosa.
Nos quedan exactamente 10 días en Costa Rica, y algo me huele que nos vamos a quedar cortos de tiempo. El nivel de acogida y pertenencia que estamos sintiendo, al interior de una familia tica, es por sobre todo muy intensa y emocionante.
Sin apurarse, que todavía queda mucho trabajo por hacer.
Como ajustar el sitio web. O escribir un artículo para la difusión de la iniciativa. O hacer una especie de documental que comunique la riqueza del proyecto. O lo más importante, conocer a Mireya, la mujer que dio inicio a todo esto y que llega recién mañana. Dicen que con su presencia todo brilla más lindo...
Ya chau, nos vamos de caminata nocturna a ver sapos y culebras.