De Ecoemociones y Plagas
Mis papás son ambos santiaguinos de siempre, lo que para mí y mis 3 hermanos significó una crianza mucho más urbana que en contacto con la naturaleza. De hecho, esas pasiones por la vida al aire libre que se despertaron fue ya de grandes, a diferencia de mi ahijada, que en esta historia llamaremos L, quien por lo pronto es el individuo más joven de mi familia y goza de características propias de una exploradora: amante de los animales y conocedora de nombres de especies que no tengo idea qué son ni cuáles son sus características.
El fin de semana recién pasado se realizó la segunda versión del Festival de naturaleza de Ladera Sur y el sábado llevé a L.
Este año en el festival se trataron tópicos complejos, porque claro, el medioambiente está viviendo una crisis y sería sesgado no hablar sobre ello en un evento destinado sólo a temas de naturaleza, sin embargo el sector de niños lograba armar esa burbuja feliz en la que -creemos- viven los menores de 12 años.
Teníamos 2 horas antes de que la fueran a buscar y había que exprimir esa naranja así que hicimos fila para todo:
- Trepó por las estructuras de madera
- Tomó la mini clase de skate
- Se aferró al hielo mecánico (la versión activista del toro) del stand de Greenpeace,
Y visitamos a los artesanos de diferentes regiones del país que en sus stands vendían productos típicos de cada zona. L se llevó una jarrita de pato de Quinchamalí.
Un poco cansada la chica, decidimos sentarnos en las mantas de picnic que daban al escenario principal del fest, donde la Fundación Kennedy hacía la premiación de su concurso de fotos.
Mientras se comía unos maní y presentaba sobre la manta todos los papeles, stickers y chapitas recolectadas en la feria, en pantalla grande proyectaban la imagen ganadora de una categoría compleja, algo relacionado con la contaminación.
La foto mostraba un humedal lleno de basura.
Me preguntó qué estaba pasando en esa foto, a lo que escuetísimamente -porque mi celular vibraba, porque ya era hora de volver.- le expliqué lo que era un humedal, su relevancia y el problema,
La subí en el auto, y escucho que le dice a su papá: "papá, me voy llena de recuerdos". ... bien, logrado.
Apenas se fue, me acerqué a escuchar la charla sobre "Cómo afrontar la Ecoansiedad" en la que hablaba Juan Pablo Orrego (ecologista) y Rodolfo Sapiains (psicólogo).
Mientras tomaba las notas que más abajo desarrollo, pensé en L y la experiencia que le di. Fue medio falsa -pensé- ella se fue contenta, recordando al pinguino de Humboldt gigante de la entrada, ese que habían construído con retazos textiles, o en la ballena enorme hecha de botellas de plástico, o en el hielo mecánico que azotaba su mini cuerpo hasta hacerla caer mientras se reía.
Pasó el rato y me llegó un audio de mi hermana, la mamá de L, que tenía como título: "Reflexiones post festival"
En el micrófono L decía así:
"Pacho (yo) alguna vez te has preguntado... como si, somos una plaga.. porque 1 somos el animal más numeroso en toda la Tierra, 2 matamos literalmente casi todos los bosques y algunos animales y eso me parece cruel...somos una plaga? AYUDA!!!"
😶
Es Martes y sigo pensando qué decirle.. pero creo que ya tengo la respuesta. Sigamos rumeando el tema a ver si logro hilar un par de ideas para atajar la ecoansiedad que los niños, jóvenes y quizá hasta los más adultos podrían estar sintiendo.
En 2017 la Asociación Estadounidense de psicología acuñó el concepto Ecoansiedad como el "temor crónico de un cataclismo ambiental causado por escuchar las noticias catastrofistas de los medios de comunicación sobre los impactos del cambio climático, y preocuparse por el futuro de uno mismo, de los niños y las generaciones futuras".
Y a pesar de que ya nació y está bautizada, todavía no se establece como un diagnóstico oficial en el área de la salud mental, incluso sabiendo que, por ejemplo, un estudio realizado en 2020 por el Center of Climate and Resilience Research (CR2) (1) arrojó que un 89% de los latinoamericanos mayores de 18 años manifiesta estar preocupado, o bastante preocupado, por el cambio climático. En este marco surgen propuestas antinatalistas entre los jóvenes y adultos que concientizan la idea de estar heredando un futuro inquietante.
Volvamos al panel del festival. En su minuto no me gustó y en mi cabeza revoloteaba la idea de que se suponía que ibamos a conversar sobre cómo afrontar la ecoansiedad, no sobre cómo ibamos a fabricar un poco más de esa misma villana. Y es que moderado por Paloma Ávila, directora de CNN Futuro, se levantó una conversación que aunque creo compartía el tinte político, se desequilibraba el diálogo entre un Juan Pablo brutalmente honesto, tajante y crudo y un Rodolfo mucho más conciliador y apaciguador del tema. Pero esas mismas posturas opuestas fueron las que me hicieron entender que sí me había gustado el panel, y me había gustado tanto que escribiría un artículo al respecto.
Para quienes no los conocen (como yo hasta hace 3 días) Juan Pablo Orrego (74 años) es director de la ONG Ecosistemas, master en estudios del medio ambiente con mención en ecología y vocero de la reconocida campaña Patagonia Sin Represas. Por su parte Rodolfo Sapiains (no tengo el dato exacto, pero imagino ronda los 40ypico) es Psicólogo especializado en el área de psicología ambiental, comunitaria y de la conservación, actualmente académico de la U de Chile.
Un concepto que me parece vale la pena masticar un rato, y que Orrego mismo inventó, es el de la Ecopatía, refiriéndose a la profunda desconexión del ser humano con la naturaleza. La cataloga como un fenómeno sociocultural que nos separa de ese contexto natural al que nuestro cuerpo y mente pertenecen, desenchufándonos por opción propia de nuestro sano juicio...dejándonos a la deriva y propensos al desarrollo de características que bordeen la sociopatía.
Si bien es imposible desconectar nuestros cuerpos del ecosistema natural al que pertenecen, porque siempre responderemos al medio como los animales que somos: durmiendo por las noches, alimentándonos para sobrevivir y desechando todo aquello que no nos sirve mediante flujos y secreciones, la cabeza nos ha jugado una mala pasada y se ha liberado de su responsabilidad de percibirse como naturaleza. De ahí nacen las actitudes de superioridad sobre el resto de la biodiversidad y comportamientos que, en palabras de Orrego, responden al extractivismo colonial de recursos naturales, pero esa es uva de otro racimo.
En un discurso embarrado en frustración, Orrego indicaba las posibles problemáticas que traerían las plantas desaladoras, pero el foco estaba puesto en el sorprendente proceder de las grandes industrias contaminantes. Porque si bien han habido golpes de conciencia ambiental a nivel individual y ha agarrado fuerza la idea de "luchar por combatir el cambio climático" los índices de contaminación no disminuyen sino que siguen creciendo.
¿Cómo estamos hasta aquí? nerviosillos imagino...
Pero en este punto es donde aparece la emoción que contrarresta a la ecopatía, y que por lo pronto sería la luz que iluminaría nuestro camino entre el público del panel: El optimismo.
Sobre eso de combatir el cambio climático, ya conversamos una vez que mejor que eso sería adaptarse a lo que viene en vez de pensar en la posibilidad de revertir el daño ya realizado, ya que es prácticamente imposible. A lo que el psicólogo Sapiains comentaba que debemos dejar de hablar del problema y empezar a pensar cuál es el futuro que queremos construir. Optar por no quedarnos con la versión negativa de las cosas sino más bien hablar de lo que está pasando, compartir emociones y movilizarnos a través de acciones concretas sobre cómo reinventar prácticas que dañan el medioambiente, y así de pasadita lograr bajar la ansiedad.
Si el panel tuviera un logo, sería algo así como una moneda con la cara de Orrego por un lado y la de Sapiains por el otro, y es que aprendí que la ecoansiedad tiene 2 caras, por un lado el problema: la realidad dolorosa del contexto en el que vivimos, con un futuro poco prometedor para la humanidad...el golpe de conciencia necesario para movilizar y por otro lado la pildorita relajante: la búsqueda de la humildad a través de la reconexión del cuerpo con la cabeza, el trabajo optimista para alejar el miedo y llamar a la movilización, unas gotitas de amor a lo que hacemos a diario y a seguir trabajando por cuidar la casa común.
En esta línea, Pierre Léna, astrofísico francés y miembro de la Academia Francesa de Ciencias, en una entrevista para la Revista Mensaje hace un llamado a "asumir la responsabilidad de preparar a la nuevas generaciones a partir de la comprensión de esta nueva realidad". Plantea la necesidad de transformar los programas escolares, incluyendo la capacitación sobre temas de cambio climático al profesorado, protagonistas en la vida de los más jóvenes de la sociedad. Según Pierre, escasean las herramientas que permitan el razonamiento en temas medioambientales, aumentando la sensación de estar a la deriva del contexto, esperando de brazos cruzados que ocurra una movilización general de la humanidad.
Léna propone 3 etapas progresivas para enfrentar la ecoansiedad de los niños y adolescentes:
"En el caso de los más pequeños (5-10 años) no tiene sentido aumentas la ansiedad que los rodea, en las conversaciones y en la vida familiar. Por el contrario, es conveniente hacerles amar el planeta, sus océanos y montañas, seres vivos, su larga historia, la diversidad de la población humana, enraizando este amor en una primera comprensión científica de los fenómenos meteorológicos por ejemplo.
En el siguiente grupo etatio (10-15 años) aumenta la capacidad de abstracción por lo que es más factible hablarles de la necesidad de equilibrio del planeta Tierra.
Por último depués de los 15 años de edad los jóvenes centras su atención en su propio futuro y su compromiso con la sociedad. Es la edad de la generosidad, la solidaridad, la rabia y la militancia. Aquí el enfoque pedagógico puede pasar a ser más complejo y mejor articulado"
Y si no eres niño ni adolescente, pero te invade la ecoansiedad, aquí te dejo 3 pasitos inspirados por Léna para darle cara a la ecoansiedad:
1. Hablar sobre lo que sientes, dialogar sobre lo que sabes del problema y nuestro planeta.
2. Cultivar el amor por lo que nos rodea: humanos, animales, plantas, naturaleza inanimada.
3. Realizar acciones concretas y modestas. Relee el final de este post, quizá te inspiran algunas ideas para cambiar acciones de tu rutina y vivir una vida más consciente con el medioambiente.
Y a mi queridísima L:
No, no somos una plaga.
Somos gran parte del problema, pero también podríamos serlo de la solución.
Es real eso que dices de los bosques y animales muertos, es cruel. Ahora ocupemos nuestras cabezas mágicas para ver cómo cuidar lo que todavía se agita, corre y vuela.
Porque que yo sepa, la plagas aunque hacen buen trabajo en equipo destruyendo, nunca han sido capaces de construir. Los humanos sí.
- (1) https://www.cr2.cl/wp-content/uploads/2020/07/Rodolfo-Sapiains.pdf
Fuentes:
- Panel "Cómo afrontamos la Ecoansiedad" - Festival Ladera Sur 2023
- Libro "Urgentes mensajes del planeta tierra: la ecología integral como nuevo paradigma de justicia", Editorial Revista Mensaje, Santiago, Chile, 2022
- Definición Ecoansiedad: https://es.wikipedia.org/wiki/Ecoansiedad