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No sé si vieron el video del man que se subió al cuerpo de una ballena jorobada que varó en Cerro Verde Bajo en Penco, Región del Biobío. Aparentemente la ballena de 15 metros y 30 toneladas había muerto de forma natural, y es que no tenía lesiones que demostraran lo contrario.

 

El video se hizo viral, y como era de esperarse, aparecieron violentas reacciones contra el protagonista de esta historia. Pero no me voy a detener en ese pozo fangoso de la agresión que con tanta frecuencia vemos por los medios digitales, sino en una corriente nueva que llamó mi atención y creo que esta vez fue superior a los que solo apuntaron con el dedo en son de juzgue.

¿Estuvo mal subirse a la ballena por una cosa de salud? Sí. 

Sernapesca,  lanzó un comunicado público sobre los riesgos de zoonosis, es decir enfermedades infecciosas que pasan desde los animales a los humanos, como nuestro viejo amigo el covid. 

¿Estuvo mal subirse a la ballena por una cosa ética? Claro que también.

Por ahí se catalogó como "una falta de respeto a la digna muerte de un animal".

Pero según los comentarios de las redes sociales, más mal estuvo subirse a la ballena por un problema sociocultural, la dolorosa y profunda herida de la falta de educación ambiental. Y eso, eso fue lo que la gente empezó a reclamar por las redes sociales.

Debo admitir que de vez en cuando hago el -quizá tóxico- ejercicio de leer los comentarios de noticias como estas.  Y es que me interesa saber en qué están las personas que abiertamente emiten juicio al respecto, porque sabemos existe un mar de gente pasiva que no interactúa con las publicaciones, lo que dificulta obtener data realista del impacto y la opinión, pero por primerísima vez terminé la sesión de lectura venenosa y quedé con la sensación de que -como pasto creciendo en cemento- había cierta compasión por el protagonista de la historia. Comentarios pintados con empatía demostraban que el problema no era sólo del muchacho que decidió era una buena idea subirse a la ballena para sacarse una foto. Pero entonces, ¿de quién era el problema? 

 

Parecía que se construía una nueva corriente, se aliaban personas en pos de reclamar contra la inexistencia de un pilar fundamental dentro de las salas de clases. Aparecía una necesidad común, la de la educación ambiental.

 

Cito textual uno de los comentarios que mejor engloba la idea central: 

"Esa persona es un fiel reflejo de una educación ambiental formal deficitaria y una educación familiar ausente de empatía y respeto por nuestra biodiversidad."

Al hueso.

a.Educación ambiental formal deficitaria.

b.Educación familiar ausente de empatía y respeto por nuestra biodiversidad. 

Esa ballena varada tiene cara de chilenos al 2024.

Nos varamos.

Por creer que se subió solo nos varamos.

Nos varamos por pensar que era él el único idiota,

el descerebrado, el inculto, el indolente.

Nos varamos.

 

Nos varamos los chilenos.

Nos varamos como la ballena en Penco.

Nos subimos todos con él a sacarnos esa foto.​

 

Nos varamos con él.

Todos.

Todos los chilenos arriba de la ballena varada.

 

Hasta que no criemos niños que nombren a las plantas

Y adultos que sueñen con los animales.

Por mientras todo Chile sobe la ballena varada.

Ahí arribita en ese humilde comentario de Instagram quedan dos propuestas para ver cómo nos despegamos de la arena movediza. 

En la práctica, 

"Criemos niños que puedan nombrar plantas y animales 

en vez de marcas y celebridades" - dijo el mismísimo mr.biosfera.

Aquí algunas librerías verdes, con miles de mundos para elegir qué aprender:
 

https://bosquechileno.cl/?url=https://bosquechileno.cl/%3Fpmax%26gad_source%3D1&id=5&gclid=CjwKCAiA1-6sBhAoEiwArqlGPmlhNxOZeeVk4WvdcG3nVHj5ZYMfOO14y8tFbwk4ldimRdVj0FefCRoCY0cQAvD_BwE

https://libroverde.org/

https://www.librosmackay.cl/category/libros-y-productos/libros/no-literarios/informativos/ciencias-naturales/ecologia/

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